También esto pasará

También esto pasará es la primera novela de Milena Busquets, de la que ella misma dice es «una carta de amor a mi madre», Esther Tusquets, fallecida hace casi tres años. Curiosamente hoy, en «Hoy empieza todo», en Radio 3, en el espacio de Marta Echevarría, Jorge Barrioso ha hablado de este libro. Yo llevo unos día intentando terminar la entrada, y parece que esta casualidad me ha obligado a finiquitarla.

Entré en sus páginas con el prejuicio de encontrarme un lamento hacia la madre muerta, una escapatoria para afrontar la pérdida, una tabla de salvación; sencillamente, acepté la buena crítica de gente que sabe más que yo. «Por una extraña razón, nunca pensé que llegaría a los cuarenta años. A los veinte, me imaginaba con treinta, viviendo con el amor de mi vida y con unos cuantos hijos. Y con sesenta, haciendo tartas de manzana para mis nietos, yo, que no sé hacer ni un huevo frito, pero aprendería. Y con ochenta, como una vieja ruinosa, bebiendo whisky con mis amigas. Pero nunca me imaginé con cuarenta, ni siquiera con cincuenta. Y sin embargo aquí estoy. En el funeral de mi madre y, encima, con cuarenta años». Así comienza y así me di cuenta de que no hablaba de la madre sino de la madre desde sí, en definitiva, de sí y también de muchas otras mujeres, de la pérdida, de un momento de la vida inasumible a los veinte.

Con este comienzo me fui dejando llevar por el vaivén de la historia. Una historia que, constantemente, llega, recoge, arroja, todo ello. Es una historia que hila los momentos y los acontecimientos de un modo delicado, permitiendo asomar constantemente los sentimientos de la protagonista, su búsqueda, su duelo. Aunque no creo recordar un duelo tan lleno de fuerza. La sensación que me produjo la novela fue la de estar navegando a la deriva en un gran océano, en el que, de vez en cuando, arribaba a islas donde proveerse, donde recuperar las fuerzas que nos abandonan ante la posibilidad del hundimiento. Una barca que nunca, nunca, da la impresión de que vaya a naufragar. una historia sobre la muerte en la que sólo encontraba vida. Vida en ese momento de la vida en el que percibimos lo que nos falta por vivir, en el que ya no miramos hacia delante, un momento en que paramos a tomar aire y, en ese tomar aire nos damos cuenta de lo que no somos, de lo que quisimos ser y de lo que no nos ha sucedido. Unos lo asumen, se aprehenden y continúan viviendo; otros se detienen en seco, absorbidos por los momentos no vividos, aspirados hacia universos que ya no están y no puede volver a darse.

Blanca, la protagonista, en el duelo exhibe todo su vigor, siempre desde el amor, amor hacia lo que se ha ido y hacia lo que todavía permanece, incluso hacia lo que está por ocurrir. De su primer marido dice que lo liberó de su amor, bonita manera de decir que le permitió volar… Y en el entierro de su madre su mirada cayó en un alto desconocido, mientras se preguntaba cuál era el protocolo para ligar en un cementerio. Apurar la vida, vivir el instante, todo ello mezclado con una escritura fresca, enérgica, seductora, en fin. Una historia que muestra que nuestro existir es camino, que pasa, que deviene, que deja atrás lo bueno y lo malo… Pero que, mientras estemos vivos, siempre hay algo más.

Maquetación 1

 

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