UN POCO DE RISA PARA TONIFICAR

En el CLUB DEL RECREO LITERARIO, nuestro club de lectura, el de La Vieja Sirena-Hobbyton, hemos decidido darle relevancia a los libros de humor. Durante este año y los venideros iremos alternando lecturas varias, novedades, clásicos, diversos géneros con novelas, relatos o ensayos que nos muestren en mundo desde la risa, la ironía o la distensión. El próximo día 22 de febrero en torno a nuestra mesa cambiaremos impresiones sobre El asombroso viaje de Pomponio Flato, una historia ambientada en el siglo I después de Cristo donde la premisa general es una vuelta de tuerca a la infancia de Jesús de Nazaré. Se habla de la educación de los hijos, de las revueltas populares, de la especulación inmobiliaria o la religión teniendo como trasfondo la investigación de un crimen por parte de Pomponio Flato, un romano filósofo e investigador que anda bebiendo de cualquier agua que halla a su paso buscando la fuente de la eterna juventud. Así como nos lo brinda Eduardo Mendoza, las novelas de humor hablan de esta nuestra realidad desde lo cómico, pero metiendo el dedito para hacernos a veces pupa.

Por supuesto, os propongo su lectura y de otras más que considero altamente recomendables. En Algo supuestamente divertido que jamás volveré a hacer  David Foster Wallace, reportero de la revista Harper, ha de cubrir un reportaje sobre un crucero de lujo por el Caribe; desde ahí describe y analiza a los tripulantes y a los pasajeros, y, claro está, las relaciones que se establecen entre ellos y sus rutinas diarias. Todo esto narrado desde su propio agobio e incomodidad ante la imposibilidad de moverse sin sentirse costantemente vigilado durante toda su estancia en el crucero. Manifiesta el contraste que existe entre su forma de entender las cosas con el tipo de personas que frecuentan estos cruceros, a los que la tripulación asiste como si de infantes se trataren, agasajándoles constantemente y consintiéndoles todos los caprichos.

Y de un crucero nos vamos de viaje por el infinito universo. Arthur Dent se levanta un jueves por la mañaña y en bata y chanclas emprende un viaje por el espacio exterior. Tras ver cómo su casa es demolida por tener que atravesar por ahí necesariamente una vía de circunvalación, es recogido por Ford Perfect, amigo suyo pero en realidad extraterrestre infiltrado en La Tierra. Desde la nave ven cómo es destruido nuestro planeta porque por La Tierra se construirá una autopista hiperespacial. En La guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams la paradoja y el absurdo es una constante. En esta línea, aunque con otra temática, de Adams también es altamente recomendable Dirk Gently. Agencia de investigaciones holísticas, en la que un detective holístico resuelve los casos haciendo nada, bueno, más o menos, porque los casos acaban resolviéndose por la capacidad de comprender que todo está conectado, sin ese talento de Dirk Gently nunca sabríamos lo que realmente pasó.

El libro que abre la serie de Mundodisco, El color de la magia, combina fantasía con un humor hilarante. Terry Pratchett pone en la tesitura a un aprendiz de mago, harto de sí mismo e incrédulo sobre su propia capacidad como hechicero, de verse abrumado por una serie de acontecimientos que le obligan a ejercer como tal. Rincewind conocerá a una serie de personajes que le llevarán por derroteros que ni él mismo sospechaba y que, por supuesto, no deseaba: Dos Flores, el primer turista del Mundodisco, el Equipaje, un arcón inteligente con patas o la Muerte. Juega con la física, la magia, los viajes en el tiempo, lo absurdo y con una genialidad tal que algunos pasajes son tan sorprendentes que te es imposible contener la carcajada.

Como véis vamos cambiando de género pero sin olvidar el chiste. Aunque, eso sí, a veces nos encontramos con novelas en las que el humor es de ese tipo del que te mantiene la sonrisa puesta, sin llegar a la carcajada, como ocurre en las dos últimas novelas de las que me gustaría hablar. Son Alta fidelidad, de Nick Hornby, una historia de amor y crisis personal y Delicioso suicidio en grupo, de Arto Paasalina, relato sobre el peligro del individualismo, por supuesto, las dos, desde la ironía y el humor. En Alta fidelidad Rob Fleming, su protagonista, apasionado por la buena música (si leeis el libro os aconsejo que escuchéis los temas a los que se refiere) realiza un repaso de su vida amorosa buscando en todas sus antiguas novias una respuesta a por qué le rechazaron. No es una novela desternillante, como os he dicho, pero sí rescato de ella cómo el fracaso vital o lo que alguien puede considerar su propio fracaso vital es, muchas veces, un posicionamiento, una creencia. Su novia le acaba de dejar por otro y su tienda de discos marcha cada vez peor. ¿Qué ocurre cuando has vivido a caballo entre lo que te apasiona y la negativa de madurar tal como la sociedad te pide que lo hagas? Pues puede ocurrir que se te pase por la cabeza la posibilidad del suicidio. No os cuento cómo resuelve Rob esta cuestión, pero sí cómo la resuelven los protagonistas de Delicioso suicidio en grupo. Paasalina, escritor finlandés, recoge un hecho sociológico, tal como hizo Durkheim en su momento, y lo analiza literariamente desde la perspectiva del «¿qué pasaría si?» No son relevantes los motivos por los que la gente toma la determinación de suicidarse (aunque, sin entrar en detalle, deja muy claros cuáles son) sino que lo que importa es saber qué ocurriría si se juntasen todos los suicidas, formaran una asociación y se metieran en un autobús buscando el lugar idóneo para un delicioso suicidio en grupo.



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