Aquí, contamos… yo cuento, tú cuentas… ¿qué quieres contar?
«Me encanta leer cuentos a mis hijos, cuando los escuchan se quedan muy callados. Cada noche esperan que les lea, aunque ya saben ellos hacerlo. Les leemos desde que la mayor tenía tres meses. La sentaba en el regazo, colocaba frente a ella un libro, uno de esos pequeños libros de pastas gordas, con colores llamativos y… a contar. Miraba atenta cada dibujo, dibujos de gatos que no podían dormir, de patos que se ensuciaban y no sabían cómo lavarse, aprendió a contar hasta cinco… Escuchaba nuestra voz, atenta, como si comprendiera el significado de cada palabra.
Cuando nació su hermano, fue ella la que quería contar. Cogía una silla y la colocaba al lado de la cuna, abría un libro cualquiera e inventaba historias atendiendo a cada detalle de la ilustración. Hoy los dos piden su cuento antes de meterse entre las sábanas, les calma el espíritu. Podría decir que los cuentos en sus sueños les llevan a mundos imaginarios, aunque eso lo desconozco y no me aventuro a afirmarlo, prefiero pensar que duermen aprendiendo que otras vidas son posibles.»
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